Habida cuenta de la situación en la que nos encontramos en la actualidad por el avance de la tecnología, en la que la mayoría de las actuaciones son realizadas a través de medios digitales, la comisión de los delitos también se ha actualizado y ha evolucionado, motivo por el que la existencia de ciberataques, cuyo número ha crecido exponencialmente, es uno de los principales retos para la seguridad y privacidad de la sociedad. La importancia de este tema radica en que estos delitos tienen un impacto notablemente significativo para las personas, por cuanto, a través de ellos, se pueden producir robos de identidad (suplantación de identidad), estafas en línea o acoso cibernético.
Tanto es así que, tal y como se indica en el estudio de criminalidad del Ministerio del Interior, la comisión de estos ciberdelitos se ha incrementado en un 25,5 % en el año 2023 en comparación con el año 2022 (sobre todo en Andalucía o la Comunidad Valenciana), siendo un total de 470.388 y representando casi una quinta parte de las infracciones penales.
Adicionalmente, se hace constar que el tipo de delitos es cada vez más variado y sofisticado (siendo más difícil de detectar -lo que no sucedía con las ciber estafas que se cometían hace años-), lo que requiere la cooperación de todas las autoridades. No obstante, el 90% de los delitos que se cometieron a través de medios digitales fueron fraudes o estafas informáticas (que crecen un 27% respecto al 2022 y un 508% en ocho años, puesto que en 2016 apenas se registraron 70.178 ciberestafas, representando menos del 5% de todos los delitos).
Este aumento de los delitos informáticos permite poner de manifiesto la importancia de implementar medidas de seguridad o de concienciación en las empresas, por cuanto es importante que, desde el punto de vista técnico, se impida su comisión, así como que, desde el punto de vista humano, el personal de las compañías sea consciente y pueda identificar las tentativas de fraudes o estafas.